sábado, 11 de abril de 2009

¿QUÉ ES EL LENGUAJE LITERARIO?


El lenguaje literario es, pues, un lenguaje modificado, un "lenguaje figurado" por una serie de recursos expresivos o estilísticos que llaman la atención sobre la forma del mensaje. La disciplina llamada retórica cataloga estos recursos y expone los efectos que originan: son los llamados tropos y figuras retóricas, formados cada uno por diferentes combinaciones de recurrencia y variación. El más importante efecto de este tratamiento retórico del lenguaje es que confiere al texto literario, al contrario que ocurre con el texto normal que posee una finalidad pragmática y no estética, la posibilidad de una relectura, de una segunda lectura diferente de la primera, la posibilidad de una doble lectura. El texto normal, sin embargo, sólo posee la mayor parte de las veces una, mientras que si posee más se considera ya de hecho un texto no normal, sino estilizado o literario, porque existe en él una intención estética.
El estilo es, lo que convierte en literario un texto, en especial cuando lo que se cuenta no contiene algo que impresione por sí mismo; es un tratamiento de belleza que recibe el lenguaje y que incrementa mediante la función del lenguaje conocida como función poética, estudiada por Roman Jakobson, la cohesión textual incrementando su belleza, concepto estudiado por la disciplina denominada estética. Ese tratamiento de belleza convierte al mensaje literario en algo perdurable y sólido a través del tiempo y facilita su aprendizaje, mientras que la lengua de uso, cuyo cometido es fundamentalmente pragmático, desvanece su forma y su contenido al mismo tiempo que es usado y no perdura más allá de la función pragmática con que fue creado. De ahí que los refranes, las canciones, las coplas y las palabras literarias, sometidas a un proceso de estilización, perduren por su belleza en la memoria colectiva durante siglos, mientras que creaciones sin intención estética han perecido.
Sin embargo, este lenguaje literario, figurado o estilizado no es en sí mismo literatura, ya que la técnica no es reductible a lo que conocemos como arte y hemos definido a la literatura como "arte de la palabra". De la misma Forma que una receta de cocina no es arte hasta que el plato no ha sido cocinado y degustado, constituyendo entonces el arte gastronómico, una serie de recursos estilísticos por sí mismos no constituye una pieza literaria: hace falta un receptor humano de la misma, un caso concreto y una percepción e interpretación del arte de la palabra o arte literario. La interpretación y la percepción estética de la literatura constituye de hecho la finalidad del arte literario y cuando estas se pierden la literatura se ha transformado en realidad en otra cosa, se ha documentalizado o transformado en un saber más histórico que humanístico
El aspecto comunicativo del arte de la palabra tiene que ver además con las consecuencias antropológicas y sociales de los recursos elementales que consituyen la retórica de estilización: la recurrencia es un recurso social, que sirve para congregar gente y asociarla en una tradición que engendra cohesión social y por tanto la tradición de lo popular lo tiene por su elemento literario más característico. Por el contrario, la variación o desvío, la llamada "desautomatización" del lenguaje es un elemento aristocrático que aísla al creador del mensaje literario de su entorno y convierte a su arte literario en un arte cortesano, culto, difícil y oscuro.
POEMA DE NADIE

Sé que no moverá una sola piedra de muro
ni siquiera las órbitas que el canto rodado pierde
en el agua.
Sé que no levantará ningún remolino de tierra
ni siquiera las hojas quemadas del otoño
en los arrabales.
No traerá los aires exaltados
que apresuran la noche
ni la revelación cauta de la luz que cae.
Todo seguirá ciegamente en su estatura:
el cimiento mundo y su cáscara reseca;
la rueca impasible y la cuerda en el clavo.
En el ritual de los días somos
presuntamente NADIE
pero aún así nos debemos EL POEMA,
el poema que no moverá una sola piedra de muro,
el poema tantas veces repetido
en la travesía de la sangre.
Aquí donde calzamos el corazón es el sitio.
Es éste todo nuestro espacio.
Aquí, la herramienta afina sus constelaciones.
para que la palabra crezca como el mar.
Lo demás, siempre es tarea del viento
que empuja las arenas y atraviesa los siglos.

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